domingo, 21 de octubre de 2012

Pupilo


Recuerdo aquel día en que llegaste a mi vida.  No sabías ni formatear un disco duro.  Comencé entonces una tarea que hoy me parece afortunada, como tu mentor.  Y fue así que te bautizaron como "el Pupilo".  Mi pupilo.  Cada día era una lección: para vos en lo relacionado con nuestro trabajo, y para mí en cómo ser un buen guía.  No lo hicimos mal.

Se feliz me dijo una lombriz
Que talvez hoy tengas que morir...

Tanto trabajar hasta tarde, muchos fines de semana y desvelos teniendo la satisfacción de ayudar a hacer crecer esa empresa.  Llegamos a instalar y mantener novecientas computadoras.  Nunca nos ahuevamos.  Siempre le entramos parejo al chance.  Tu afán de aprender, tu compromiso a toda prueba y tu cariño y respeto hicieron de nuestra experiencia algo entrañable.

Y esa relación de trabajo la volvimos también una amistad sincera.  Fue con vos que caí de cabeza (algo tarde, eso sí) en lo del rock chapín.  Todavía recuerdo el ahuevón que sentí en el primer concierto, viendo esa fila con tanta mara peluda y vestida de negro.

Deja de llorar por el ayer
Deja de correr si apenas tu me puedes ver

Pero me cuidaste como a un hermano mayor.  Fue con vos que me emborraché por primera vez, aquella noche en que la mezcla de cerveza, licor barato y un chocolate Snickers probó ser fatal para mi estómago y para el carro del Brutus.  Y vos, como mi brother, siempre estuviste a mi lado. 

Tantos conciertos, en el Teatro al Aire Libre, en el Estadio del Ejército, en el parqueo Sta Clara zona 10 o en la Bodeguita del Centro.  Bohemia, Viernes, Radio Viejo, La Tona.  Saltando abrazados, lado a lado, en un mar de camisas negras.  Todo alegría, todo hermandad, orgullosos de ser chapines.  Fue así como empecé rascar la piel de mi identidad.

Con Jerson, Felipe y Otto metidos en el calmado mar de Livingston: "De pronto estoy tiraaado, en frente de este laaago y leeejos, estoy leeejos, en la montaña azul, en la montaña azuuuul".  El viaje a Champey.  Al Xocomil.  Tantas veces nos cagamos de la risa.  El viaje al Puerto.  A Tikal. Y al volcán.

Como le dije a otro gran hermano de mi vida, es a esos seres que más he querido en distintas etapas de mi existencia a los que he invitado a algún volcán:  A compartir un sacrificio íntimo.

Es extraño amanecer
Sientes algo raro otra vez
Y hoy el sol no alumbra como lo hizo ayer
O hace quinientos año cuando no soñabas con nacer

La vida nos encaminaría después en rutas distintas.  Pero no perdimos el contacto del todo.  Fuiste la primera persona en la que pensé en recomendar para aquel empleo que decliné en el ingenio.  Por supuesto me alegró mucho saber que lo hiciste muy bien ahí también (claro, yo ya lo sabía).

Tiempo después viajé a Vancouver a buscar mi futuro.  No recuerdo si hablamos durante ese tiempo, pero luego de año y medio volví de visita.  No pudiste acompañarnos la noche que llegué -como siempre, vos comprometido con tu trabajo-.  Llamaste para disculparte y hablaste con mi mamá.   Finalmente platicamos la noche del 20 de octubre, la noche anterior.  ¿Qué iba a saber yo que iba a ser la última vez que hablaríamos?  Ah paisito de mierda!  Cómo me dueles Guatemala...

Y el odio destruyó la palabra amor
Cuando lavaron sus pecados con las faldas de mi dios

No podía creerlo cuando recibí la llamada de mi primo, hace exactamente un año.  No quería creerlo.  Me invadió la negación, esa incredulidad de los corazones aferrados a una mínima esperanza.  Talvez no eras vos...  El periódico decía que era alguien de 24 años.  Por favor que no seas vos.  Fue hasta que llamé a tu trabajo que confirmé lo que temía y que se me quebró el espíritu.  Hacía años que no había llorado la muerte de un ser querido.

Se feliz me dijo una lombriz
Que talvez hoy tengas que morir

Sí, eras vos.  Saliste de tu casa, dejaste a tu esposa en un taxi y luego caminaste.  Dijeron que fue un asalto.  Ese maldito mensajero de la muerte apagó tu luz esa madrugada.  Como me dijo tu mamá entre sollozos en tu velorio, "Me lo quitaron, Paco...".  Sólo pude abrazarla y llorar a su lado.  Al salir no me despedí de ella, ni de tu esposa.  No tuve los huevos.

Me consuela saber que, como dice mi madre, "lo bueno que se pueda dar, hay que darlo en vida mijo".  Y eso traté de hacer.  Fue en vida viejo, en tu vida.

Te la debía brother. Me la debía, mijo.  Así que un año después: Gracias por todo, Pupilo.


Si hoy el tiempo llega
talvez me llevará
talvez regreses
talvez te quedarás...

La lombriz - Bohemia Suburbana 

3 comentarios:

  1. Pupilo te extrañamos y gracias por cuidarnos desde el otro lado, me alegro haber hablado con vos una ultima vez unos días antes de tu partida, esperános que de acompañarte tenemos; Poncho fantástica dedicatoria a un hermano que se adelanto.

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  2. No puede ser... Diganme ke no... Paco soy Mynor (del *.*) como fue esto???... Todavia lo vi una vez no sabia de la partida de nuestro gran amigo... Ke vaina... Siempre fucking tarde porke no me contaste...

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  3. La verdad vivi parte de la historia "Que Dios Lo tenga En Su Santa Gloria "
    Mi amigo Eduardo.

    Que buena la reseña paco Estubo muy Profundo ese sentimiento.

    JERSON MUÑOZ

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