martes, 18 de mayo de 2010

Abriendo los ojos

El viaje comenzó temprano, como comienzan los viajes largos. A las 4:15 de la madrugada del miércoles pasado. Aunque puede ser que haya comenzado mas temprano aún. Quizás con mi último día en la empresa en abril -ya tenía pues, asegurado el dinero y el tiempo para prepararme-. O talvez en agosto del año pasado, cuando me confirmaron la visa de residente.

Puede que fuese hace una o dos semanas atrás, cuando realmente comencé a sentir los rigores de la mudanza, con una lista de cosas por hacer que era bastante abstracta al principio y que se fue haciendo muy concreta de a poco: cancelar cuentas, repartir mis pocas pertenencias, comprar maletas, operarme los ojos, el flete de mis cosas, la venta del carro... Fue mucho, y los últimos tres días me rebalsaron con la magnitud de tareas que tenía enfrente.

Pero a lo mejor lo difícil no fueron las muchas vueltas por hacer sino el desprendimiento emocional que significaba este viaje, esta migración. Debía dejar casi todo atrás. Como me dijeron, fue resumir y empacar 35 años en 3 maletas.

Pero algo tengo muy claro: si debo morir pronto, es éste el mejor momento. Que sea hoy! En el último mes recibí tanto cariño, tantas palabras de aliento, tantos abrazos, tantas sonrisas... y lágrimas también. Me sentí orgulloso de mi vida.

Todas las personas que estuvieron a mi lado, mi familia, mis amigos y amigas, todos me hicieron sentir dichoso. Dichoso de poder compartir con cada uno aunque fuera un momento, para reafirmar nuestro cariño, nuestra amistad y nuestra confianza.

Para asegurarnos que ahí estaremos, siempre pendientes de nuestras vidas. Traigo tanta energía positiva que necesitaré irradiarla aquí. No se ni cómo. Tanto cariño y alegría que es simplemente sobrecogedor, sobrepasa tu ser.

Ahora puedo morir tranquilo. Bueno, creo que ya estoy muerto. Aquel que estuvo con ustedes ya no vive mas. Me es tan claro; lo prefiero y es necesario que así sea.

Gracias a todos por ser testigos de mi deceso. Gracias por estar presentes en mi funeral y por acompañarme en mi dolor. No hay nada de que preocuparse, no fue el dolor negro de la muerte. Para nada. Era un dolor distinto, un dolor más blanco y con mucha luz. Fue un alumbramiento.

Así me siento ahora: desnudo y armado sólo de instinto y de intuición. Claro, hay tanto nuevo que puede ser atemorizante. Pero estoy feliz. No puedo esperar para aprender a caminar otra vez.

Y como siempre, se que están aquí conmigo. Caminemos entonces... acompáñenme otra vez.


"Emancipate yourselves from mental slavery;
none but ourselves can free our mind..."

- Bob Marley

1 comentario:

  1. Vamo con esta mano espiritual q todos te tendemos al separarnos y al reencontrarnos con cada palabra que escribimos y/o decimos al cominarns con vos para la preparaciòn de una union armoniosa de abrazos en un encuentro cada segundo mas cercano! ^^

    Att. Hector

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