viernes, 3 de septiembre de 2010

El Rey del Mambo

Hace ya algunos días visité (con mucho gusto, por cierto) la Librería "Cervantes", el anuncio que encontré online: "PRIMERA LIBRERIA HISPANA DE VANCOUVER/Celebracion de Reapertura" era demasiado bueno para dejar pasar la oportunidad.  Al fin encontré una opción para husmear títulos en mi lengua materna.

Durante mi visita conversé con don Enrique, el amable dueño del negocio.  Don Enrique es originario de El Salvador y tiene estudios en filosofía, da clases en la iglesia Anglicana y por lo visto, le tiene amor a los libros.  Aunque con alguna inquietud le oí decir que ampliaría el área de libros en inglés, debo reconocer que él mismo es una especie de Quijote, montado en la aventura de vender libros en Español.  Espero que le vaya muy bien. 

Le compré dos libros, El Señor Presidente (que nunca leí durante la secundaria, el peso de la obligación le quitaba el gusto) y una novela que se llama "La Pasión Turca", que me llamó la atención desde la portada con la media luna y la estrella, que me recordó mi visita a Estambul. 

Al salir de la librería camino a mi casa encontré un parquecito (Glen Park) con varios árboles que me invitaron a sentarme bajo su sombra, sacar la novela de la mochila y comenzar la lectura.  Instantáneamente el nombre "Yamam" me transportó a mi experiencia en Turquía.  Con una gran sonrisa...

Era la tarde del segundo viernes que pasaba en la ciudad y con mi anfitriona K. nos habíamos reunido con dos o tres de sus amigos, -ninguno de los cuales hablaba inglés- en Taksim, distrito turístico y de ocio famoso por sus tiendas, restaurantes y bares y considerado el corazón de la moderna Estambul.

Debido a que no tenía mucho de qué hablar, pues no entendía nada de turco; me pasé el tiempo aprendiendo a agarrarle el gusto al Rakı (se pronuncia "Raku"), bebida nacional con un característico sabor a anís que se diluye en agua y se toma en shots, acompañados de melón y queso blanco, alternativamente.  Yo diría que fue con el Rakı que entendí claramente la expresión "gusto adquirido".  Já! Pues la verdad es que hay que irse acostumbrando a su extraño sabor poco a poco...

Ahora que recuerdo, en el vuelo de vuelta en Turkish Airlines compré una botella de Rakı y al poco tiempo de regresar nos juntamos con los cuates de la U.  Compramos el melón, el queso e intenté que disfrutaran del licor.  Mala idea.  Creo que esa botella todavía ha de andar por ahí, entre la "herencia" que le dejé a mi prima.

Pues mientras bebíamos el Rakı (de marca Yeni Rakı, "Nuevo Rakı") comimos otras boquitas locales de las cuales a estas alturas ya no me acuerdo en detalle.  Permanecimos ahí por varias horas, hasta que nos movimos a una disco.  Yo la verdad ya estaba "algo mareadito" -no había tenido otra cosa que hacer- y no sabía qué esperar del tipo de música en una disco de Estambul, así que me sentía un poco nervioso. 

La disco era un local mediano, con mesas redondas y sillas tipo bar, de esas altas.  Al fondo estaba la pista de baile.  Estaban tocando música en inglés y mientras nos acomodábamos en la mesa, pedimos cerveza.  Al poco tiempo, el amigo de K. se despidió, dejándome solo con ella y su amiga F. (Oh oh...). 

Después de darle unos sorbos a mi botella, pusieron "La isla bonita".  K. comenzó a bambolearse en su silla, sonriendo mientras yo adivinaba sus intenciones así que cuando me dí cuenta, ya me había jalado a bailar entre las mesas.  Debe haber sido un poco el efecto del Rakı y otro poco el orgullo, pero no iba a dejar mal parado el "sabor" latino; así que con alguna soltura nos movíamos juntos, le tomaba las manos para hacerla girar, la mecía entre mis brazos, todo al cadencioso ritmo de Madonna.

Sentía la mirada de la gente de otras mesas pero la verdad me importó poco, qué efecto tan liberador ese de no conocer a nadie.  Al terminar la canción, K. me agradeció dándome un beso en la mejilla mientras sonreía.  Yo ya me sentía mas suelto y al poco tiempo comenzaron a poner mas canciones para bailar.  Quienes me han visto hacerlo saben que no tengo casi nada de entendimiento de la "técnica" del asunto; de vez en cuando pierdo el paso y solo me se como 4 movimientos distintos...  pero a cambio de eso, dejo el alma en la pista.

Así que saqué a bailar a F. (con la que de verdad maniobrábamos mejor por el asunto de la estatura) y a las dos o tres canciones éramos los dueños de la disco.  Y cuando sonó "Ya tu sabes" con El General y C&C Music Factory, pues -ya tú sabes-, yo ya tenía todas las luces prendidas.  Ibamos y veníamos, nos juntábamos y separábamos, F. giraba, luego yo y recuerdo que en algún momento la gente fue haciendo un círculo a nuestro alrededor. 

Era lo máximo, esa noche a mí ni John Travolta me ganaba...  Me veía como el protagonista de una menos que probable historia para mí, algo que ni siquiera había pasado alguna vez por mi mente.  Siendo realistas, definitivamente jugó en mi favor lo mucho más "tiesos" que son los ciudadanos de esas latitudes.  Pero igual, esa noche todo fue maravilloso, magnífico:  por esa noche, en la milenaria ciudad de Constantinopla, a miles de kilómetros de mi tierra, me tocó ser a mí, contra todo pronóstico: "El Rey del Mambo"...

Volvimos ya tarde al departamento de K. y al otro día ella se iba a visitar a su familia a Malatya, su tierra natal.  Esto porque corría la festividad del Bayram, la fiesta que se celebra  al finalizar el Ramadan, mes de ayuno musulmán.  Así que cuando amanecí, con mi primera -y única- medio goma de Rakı y todavía un poco mareado; el apartamento estaba vacío. 

Reí al recordar la noche anterior y con un poco de aprensión comencé a prepararme para mi siguiente aventura cultural: un baño con esponja que recibiría de un tal Haziz en un Hamam...   pero eso es materia para otro post.

Esta foto no es mía, 
sólo es para fines ilustrativos...

1 comentario:

  1. JEJE XD Qe genial jajaja buenisimo! buena historia ese bailarìn que n ose olvida jajaja que bien que bien muy buena deplano adios dolor de musculos ocn el bñao turco jeje ^^

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