miércoles, 15 de septiembre de 2010

Energía química

Hoy por la mañana asistí a la reunión introductoria para un programa de búsqueda de empleo.  Con el tiempo va uno conociendo cómo se maneja la cosa aquí; y creo que ya comenté que es bastante metódica (se contacta a la institución que da el programa, se asiste a la sesión introductoria, se aplica, hay que esperar un tiempo y luego -finalmente- se comienza).  A veces puede resultar un tanto desgastante pero ni modo, hay que acoplarse.

Había ido por mi cuenta el lunes para recopilar mas información pues estaba evaluando un programa similar con otra institución.  Las diferencias, en mi opinión, son que uno está más orientado a nuevos imigrantes y con metodología más abierta -nueve talleres programados cada dos o tres días por la mañana y/o tarde- mientras que el otro se enfoca en trabajadores profesionales o del área tecnológica y la programación es dos semanas de asistencia de 9 a 12.

Después de cavilar un poco más de lo necesario me decidí por éste último; entiendo que es muy importante el hacer los contactos -networking- para conseguir un trabajo en el área de interés: de acuerdo con estadísticas menos del 10% de los empleos se consiguen online.  O sea, hay que salir de la famosa zona cómoda y tirarse al agua empleando otras técnicas (llamadas, socialización, etc.).

Pero decía que ya conocía el lugar, ubicado en New Westminster (una de las ciudades que integra el "Metro Vancouver").  No se exactamente que habrá sido pero el lunes, al salir del mall donde están sus oficinas y ver alrededor sentí una atmósfera diferente que se me hizo agradable.  Me dió una gran sensación de bienestar.  Un flashback a la única tarde que estuve y caminé por las calles de Lugano en Suiza durante aquel tour europeo.  A lo mejor fue el clima un tanto frío, o la mezcla entre edificios, residencias, naturaleza y la cercanía del río Fraser o talvez los colores y atmósfera iniciales del otoño. 

En fin, me sentí bien ahí y decidí que hoy valdría la pena dar una vuelta por los alrededores.  Ultimamente he perdido el espíritu de novedad y turismo, así que no era mala la idea para reconectarme con ese sentir.  Caminé por toda la 6a calle hacia el sur por aproximadamente diez cuadras hasta llegar a la orilla del río.  Entré a un pequeño museo y -entre otras cosas- me enteré de un muchacho que en dos ocasiones en 1995 y 2000 nadó durante casi un mes por el Fraser para concientizar acerca de su protección.  El cuate se llama Fin Donnelly.  No pude dejar de notar lo apropiado de su nombre para la hazaña, considerando que fin significa "aleta".

Al salir me tomé un café y un cubilete en un kioskito, entretenido viendo cómo se me aproximaban casi dos docenas de pájaros -entre palomas y otras avecillas- esperando que les compartiera algunas migas.  Y lo hacían de forma tan descarada que una de ellas llegó a pararse en el extremo contrario de mi mesa, muy cerca.  Con razón algunas de ellas rozaban ya la obesidad.  Después se peleaban por los restos de cubilete en el papel que puse en el suelo para ver su reacción.  Caminé por la orilla del muelle -el lugar estaba vacío así que se prestaba para la reflexión- y luego de un tiempo de ver pasar los remolcadores por el río decidí volver a casa.  Al llegar a la estación del tren y ver hacia arriba, recordé lo que leí hace unos años.

New Westminster es una zona que me llamó la atención desde el primer sábado que pasé por ahí, en camino al downtown.  Cerca de la estación del Skytrain hay dos o tres torres de apartamentos -Plaza 88- de unos 35 pisos quizás, que a mí me parecieron como inmensos panales de abeja; y desde que los vi los asocié con las secuencia de las torres de humanos anestesiados, conectados todos y generando energía para alimentar al sistema que se ven en The Matrix.  Y pienso que la analogía no es nada lejana.  ¿Qué es, en fin, una torre de apartamentos sino un conjunto de pequeños receptáculos donde se almacena energía?

Si, esa energía que irradiamos cada día, indispensable para nuestro trabajo.  Somos básicamente máquinas transformando nuestra materia prima -la comida- en calor, en fuerza física, en capacidad intelectual.  Y pienso en esto mientras voy sentado en el tren, el medio para transportar esa energía a nuestros respectivos cubículos, escritorios o puestos de trabajo donde nuestra función será generar plusvalía.  Generar servicios, bienes y productos que luego nos tocará consumir para eternizar el ciclo.  ¿Qué somos, sino pequeñas unidades calóricas hábilmente insertadas en un sistema para mantenerlo funcionando?

Ahí es donde la cosa se pone tenebrosa.  ¿Somos conscientes de ello?  ¿Hasta qué extremo somos empujados a mantener esa carrera sin fin, como en la ruedita del hamster, que no nos llevará a ningún lado?  ¿Hasta qué punto nuestra vida se basa en aspiraciones que ni siquiera son nuestras? Aspiraciones y deseos que nos han sido implantados; sueños inventados, ajenos.

Y mientras el tren continúa su marcha, y paso ahora por Patterson, donde se ven otros edificios-colmena; sonrío al darme cuenta lo peligrosa que puede ser una mente desocupada.  Y me río de mi propia contradicción pues reflexiono sobre esto mientras, ansioso, aplico para "reconectarme" al mundo laboral, al sistema...  Pero por hoy, no quiero pensar en mis excusas o mis razones.  Solo que ahora entiendo por qué no me gustan los edificios de apartamentos y que -aunque nunca se sabe- espero no me toque vivir en uno.

Llegamos a mi estación y camino bajo un cielo gris pero con la mente un poco mas clara.  Creo que ahora sería el momento de elevar una plegaria, tomar un Prozac, salir a correr o terminarme el Napolitano que me aguarda en el freezer.   O de escribir este post: la magia de la creación como escape a la rutina gris y la sensación de impotencia.  Adormecer otra vez las neuronas con un torrente de endorfinas.  Aaaah...  las delicias de la química.

3 comentarios:

  1. Muy cierto todo, pero estamos tan acostumbrados que no nos damos cuenta hasta el punto de que los que no lo hacen son distintos o extraños sin saber "qien es el extraño?"

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  2. Así es Héctor, siempre el miedo a lo desconocido, lo no comprendido o lo diferente... Un abrazo!

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  3. Ya ves, yo por eso le doy su espacio tambien a la hueva...nada de andar regalando mi energia jajajajaja

    ya en serio...pues creo que lo importante es lograar una especie de simbiosis para que la energia sea aprovechada por ambas partes .

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