lunes, 8 de noviembre de 2010

Recomenzando

El viernes fue mi último día de descanso.  Después de casi siete meses desde que dejé mi último trabajo en la "conchita", después de la despedida de mi familia, amigos y de mi país; del período de turista en Vancouver, el proceso de asimilación, de adaptación a tantas cosas nuevas y finalmente de iniciar la búsqueda formal de trabajo; llegó la hora de iniciar un nuevo ciclo...

Hoy vuelvo a la vida productiva, a la vida de empleado.  Otra vez, una compañía multinacional.  Otra vez, oportunidades de contactos interculturales -aunque siendo realistas eso se da en esta ciudad todos los días-.  Pero ante todo comenzar a ganar la famosa "experiencia Canadiense", la pared con que uno se topa al venir aquí.  Y de tener un ingreso.  Es angustiante ver mes a mes, semana a semana cómo tus ahorros se van consumiendo, irremediablemente, como los granos de arena de un reloj implacable.

Así que estoy obviamente emocionado.  Otra vez la rutina, el traslado al lugar de trabajo -serán 15 minutos en tren y otros 30 en bus-, la inducción, caras nuevas por todos lados, la jerarquía, los retos, las oportunidades.  Es importante poder poner "el pie en la puerta", como aquí se dice, para darse a conocer, mostrar las capacidades propias y estar atento a las puertas que puedan abrirse.

Y hacerlo en un ambiente distinto, en otro idioma, conocer otra cultura organizacional, las pequeñas diferencias para manejar esos famosos "soft skills", etc.  Me siento como imagino, estaría aquel niño de siete años, recién bañado, bien peinadito, con su camisa cuadriculada azul y blanco de la Chavarría, la escuelita del barrio, con su lonchera metálica de Los Muppets y con mucha emoción de conocer un mundo nuevo.  Esa sensación inigualable de novedad.

¿Qué he aprendido en el camino?  Mucho.  Ha sido un ejercicio de aprendizaje constante.  Principalmente, que había que salir del apartamento, participar en la sociedad, integrarse.  Es difícil.  Claro, uno se siente seguro y cómodo en su casa, viendo tele, en el internet, leyendo.  En su zona de comfort.  Así que había que esforzarse en dar ese primer paso.  ¿De qué otra forma iba a conocer el lugar, las condiciones locales, el mercado laboral, la gente?  Fue así como comenzó a moverse la rueda de mi vida canadiense.

Y así, buscando oportunidades, terminé participando en un programa de manejo de transiciones (3 semanas), uno de integración cultural para newcomers (3 meses, una vez por semana), el programa de búsqueda de empleo (2 semanas), el de mentorship (otra vez, 3 meses una vez por semana), aseguré ciertos fondos para certificaciones, asistí a 3 o 4 ferias de empleo (no fueron de mucho beneficio), y ya estaba registrado para participar en una empresa de "prácticas".  Aparte, era un visitante constante en la Biblioteca Pública, leyendo libros relacionados con el tema, consiguiendo direcciones y referencias de empresas locales, etc.

Otro aspecto valioso, aparte claro de lo aprendido, ha sido conocer a tanta gente.  A través de esas actividades he conocido tanta gente de orígenes tan disímiles.  Chapines, Mexicanos, Colombianos, Argentinos, Brasileños, Japoneses, Chinos, Coreanos, Filipinos, Indios, Franceses, Rumanos, Rusos, Marroquies, Persas.  Gente de todos los colores.  Un fascinante viaje cultural sin dejar la ciudad.  Y compartir con todos ellos lo que voy aprendiendo.  Poder sentirse útil ayudando a otros con lo que tenía, el conocimiento.

Ahora que veo atrás, me doy cuenta que ha sido todo un proceso, en donde he aprendido mucho acerca de la ciudad, del mercado laboral, del mundo y sobretodo, acerca de mí mismo.  Así que a caminar de nuevo, a recomenzar la vida.  Y soy consciente de que apenas es el principio.  Eso es lo mejor...

No hay comentarios:

Publicar un comentario