miércoles, 16 de junio de 2010

La Culebra

Eran las 19:22 del lunes recién pasado. Vancouver. O raincouver, por eso de que llueve mucho. Y sí, es cierto. El cielo gris, lloviznita, lloviznota; pero en este mes no he visto lluvia gorda. De esa que tenemos en el trópico. De esa no.

De repente, todo comenzó. Un ruido fuera de mi habitación de sótano, ahí por la ventana cercana al escritorio. Apago la música y me concentro en descifrarlo. Si, está lloviendo. Otra vez. Solo que ahora fue diferente.

Se oía un murmullo, un tipo de conmoción allá afuera. Qué raro, y peor aquí con estos chinos que ni bulla hacen... Abro la ventana y no veo nada extraño. Las casas enfrente, el cielo cargado de nubes grises y el frío. Ese frío metálico como guante de agujas.

Abro mi puerta, subo las gradas con los zapatos en la mano (ya saben que por la alfombra, no ando con zapatos dentro de la casa); me los pongo y salgo a la calle. La gente señala hacia el oeste... fue por allá, dicen.

Volteo a donde apuntan pero no veo nada. Camino hacia allá. Dos o tres cuadras, más gente saliendo a sus puertas, el murmullo sube de tono, ahora vociferan... Otros gritan. Sí, fue hacia allá, hacia el oeste! Camino rápido. Ahora mejor corro. Comienzo a correr.

Cinco, seis cuadras. Allá, fue por allá..! Ya estoy agitado, corriendo, empujado por la angustia ajena. Detrás de mi vienen otros, todos vamos a verlo.

Hay que apurarse! Se va a escapar! Esto se está convirtiendo en psicosis. Sigo corriendo. Ya me estoy cansando, me hubiera traído los tenis.

Nueve cuadras, parecen de hule. Sigue el frío. Sí, ahí está, ahí lo tienen!

Un callejón, hacia la izquierda. Una muchedumbre está ya reunida. Lo tienen arrinconado. En un garaje vacío de una casa de madera.

Me acerco y no veo nada. ¿Será que me meto entre la gente? Sí, ahí voy! Todos hablan, lo señalan. Todos lo miran con espanto. Yo también quiero ver! ¿Qué les pasa? ¿Qué es esto?

Apenas alcancé a vislumbrarlo. Su cuerpo esbelto y enroscado como de serpiente eléctrica, cuando en eso: el sonido... Un estampido. Ensordecedor. Violento. Me deja sordo y el luzaso me ciega. Retrocedo. Huyo. Huímos, despavoridos. Con la piel erizada y más asustado que nunca... Por la gran puta..! Qué fuerza..! Qué poder alucinante..!

Recupero la conciencia a las dos, tres cuadras. Dejo de correr... Paro. Respiro. Suspiro. Sí, eso era. Después de tanta llovizna, de tanta lluvia, por fin lo vi. Lo oí. El primer rayo. Mi primer relámpago en la ciudad. Y solo fue uno, no volví a oír mas. Qué raro.

3 comentarios:

  1. Pancho, xq sos tan pata de chucho pues...... Esta tu historia me dio miedo... jajajaja

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  2. ME EENCATOOOOO!!! Enverdad me gusto mucho este tipo de metafora jajaja!!! estuvo perfecta pude imaginar cada detalle!!!! ^^

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  3. Se lo lei a la tiury por telefono y llegamos a 2 conclusiones:

    1.Verdaderamente lograste llevarnos a tu lado durante el recorrido, aumentando la expectativa a cada paso.

    2.Estas evolucionando en tus habilidades literarias porque al final nos hicimos bolas jajajaja


    Un abrazo!

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